Mi piel cuenta historias.
Memorias de mi vida hechas cicatrices.
Y aunque las escondo,
siempre están latentes.
Para no olvidar que encarno la soledad
llevo un polizón,
un pasajero oscuro,
un cuero escamado ya curtido
de tanto rascar y rascar.
Le temo a las heridas
como le temo al movimiento.
Anulo el sentir por tal razón,
debilito la responsabilidad
de mis propias emociones.
Con la amenaza del suicidio
le quito poder a mi pasajero,
y aunque lo haga sangrar,
su instinto de vida resulta crónico.
Cada día espera un descuido,
que me conecte con todo aquello que evito
para retomar el control…
A mi pasajero oscuro, lo llamo Psoriasis:
¿Y al tuyo?
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