Partida

Hoy despedí a la mejor compañera que pudo haber llegado a mi vida. Hoy a las 02:30, despedí a mi gatita que llevaba trece años a mi lado. Fiel y ronroneante, siempre en mi regazo o en la mesa, o en la cama junto a mi.

Fue horrible sentirla fría... Sin vida. Ver que ya no respondía al sonido de su nombre o mi voz, que ya no se mimaba con mi mano, ni me empujaba la pierna para que le prestará atención.

Llegó el punto en qué, acostada en mi cama, no sabía distinguir si su pulso realmente existía o era mi mano temblando la que producía ese sutil movimiento.

No pude evitar repasar mentalmente nuestros recuerdos, mientras la sostenía, cuerpo frío, entre mis brazos. Pensarla en cada lugar de la casa, en la cama en la que durmió toda su vida, en la que tuvo a sus crías y finalmente en la cual murió debajo. Entre el espacio de la madera y el frío suelo.

Y fue finalmente enterrada en el mismo patio que mis otras mascotas; mi conejo, mi perrita.

Honestamente no sé como debería terminar esto... Como debería partir de esto. Pensando que debería agregarle alas y una aureola a mi tatuaje de ella.

“Y Dios dijo; 'mándelos sin alas, así nadie sospecha de que son ángeles' (...)”