qué son los versos,
si no se alzan en mi voz para alcanzarte?
qué es febrero,
si el reloj no vuelve a marcar el día
en que nos vimos nacer?
qué son las canciones, entonces,
si no llevan incrustados tu nombre junto al mío?
qué es noviembre,
si no exaspero tu nombre de mi pecho en su última hora?
qué es la exclusividad, entonces,
si tus palabras, que creí mías,
caen en los oídos de otra?
y qué es el amor que decías darme,
si lo escondes,
dejándolo pudrir en carne viva?
tu nombre se va sellar en su boca
y ella se va enamorar de tus ojos negros.
será angelical,
será inocente,
será pasajero,
pero, ¿y si esta vez creo en tu palabra?
te creería que es duradero.
y tu presencia va a ser santificada
y mis plegarias serían ignoradas.
y tus labios ella probaría
y yo me quedaría con el resquicio
de una oda a la antigua musa
que fabriqué con el olor a sangre podrida.
hoy nací. y hoy me hinco ante la desesperación
de que 4 años después sigues aún bordada
con hierro corroído, y hilos rotos
a esta máquina mía, oxidada, llamada corazón.
hoy tengo un vodka barato en mano
y una carta de feliz cumpleaños,
mientras ella escucha de tu boca
tu dulzura que antes era mía.
quiero conocerla.
que clave una estaca en mis vísceras
y me jure que no te soltará jamás,
que no permitirá que regreses aquí.
aunque no serviría de nada,
dicen que no se pregunta lo que se ve
y solo encontraría el olor fétido
de mi cuerpo que se estancó
en una noche de agosto.
qué es ser la mejor de las mujeres, entonces,
si le has fallado al único mandamiento
que tú me habías impuesto?
y cómo puedes cometer blasfemia
susurrando su nombre entre poesias?
hoy nací. hoy dedico otra oda
a la que ha marcado mis ojeras,
a quien mi nombre posee,
y aún así mancilla mi descanso
en mi propio sepulcro.
qué es la exclusividad, entonces,
si no he sido yo rogándote por un año,
manteniendo tu foto en un collar,
asfixiándome con este, con la ira
el dolor,
el remordimiento,
pataleando, rechinando
esta maldición llamada no tener tu amor?
te infestaste como un eco
que se instaló en mi ser
y me maldijiste recordando
todo lo que no pudo ser.
y ahora estoy condenada
a pudrirme en mi propia piel,
a descifrar nuestros recuerdos:
tu cabello castaño,
tus ojos negros,
tu piel pálida,
tus pecas,
tu nariz,
tus labios,
tus ojos rasgados,
tus películas favoritas,
y aquel primer ‘te amo’.
y ahora estoy condenada,
a pagar lo que me toca,
a vaciar mis ojos, como mares,
lamentos sin cesar.
así que hoy decido
volverme un perro hambriento.
con mis colmillos desgarraré
lo que quede de tu recuerdo,
me daré un festín con la nostalgia
y deshilacharé nuestros momentos.
qué son los versos
si no se elevan con mi voz para buscarte?
qué es febrero
si nunca volveré a verte crecer?
qué son nuestras canciones, entonces,
si nunca fueron mías al empezar?
y qué será noviembre
si ya no estarás a mi lado?
la exclusividad fue solo mía,
porque todos tus juramentos
de que mi amor era tu único arrullo
terminaron profanados,
pisoteados junto a ella.
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