SOBRE LAS ESTRELLAS DE ROCK
Las verdaderas estrellas del rock mueren en su mejor momento y ya muertas llega la luz que emanaron hace cincuenta o setenta años desde el firmamento y hasta los reproductores musicales, por lo que escribieron y lo que en su música cantaron o por la forma en la que hacían sonar las guitarras, pero también brillan porque no existen más, porque lo han dejado todo, porque a lo mejor no vendieron el alma pero hicieron algo muy parecido, la mítica torre del edificio de Capitol Records en Los Angeles como una torre de Babel, como una enorme vela cuya cera va derramándose, haciendo que las ruedas de los autos se petrifiquen y la gente se la quede viendo un rato.
Al mainstream ya no le importan las estrellas de rock, a lo mejor quedarán inmortalizadas en el Rock and Roll Hall of Fame, polvorientas para siempre, pero sé que son invocadas constantemente por séquitos de chicos y chicas que aman a esas estrellas, que jugarían a la Ouija para invocarlas, para hacer preguntas sobre el Unplugged del año tal, para ser acompañados por fantasmas.
SOBRE HEY HEY, MY MY DE NEIL YOUNG
Hey hey, my my de Neil Young, el padrino del grunge, evoca imágenes lluviosas, letárgicas, imágenes eutanásicas. Es una canción sobre el rock, la canción del rock. Se han hecho covers de lo más variados, incluyendo uno de La Renga, su impacto siendo tal que, en abril de 1994, Kurt Cobain firmó su carta de suicidio con parte de la letra de esta canción de Rust Never Sleeps. Young tuvo a sus detractores, como John Lennon, que despreciaba la letra de Hey hey, my my porque ésta no añoraba la vida, porque él le rezaba a los sobrevivientes como Greta Garbo y no a la basura de hacer ídolos a tipos como Sid Vicious, que murió a los veintiún años en casa de su madre que también era heroinómana y con un juicio por el asesinato de su novia en su prontuario. Neil Young le respondió al vocalista de los Beatles que el rock and roll no es un ambiente de supervivencia, que en todo caso se puede sobrevivir al rock and roll, pero que no es la supervivencia un adjetivo del arquetipo. Sentenció que el rock es el ahora, no es el mañana ni el dulce porvenir, ni un lo mejor está por llegar.
Esta canción me hace llorar y escribo esto oyéndola en loop porque es, después de todo, la historia de Johnny Rotten. Neil Young, desde su lugar de instruido de la armónica y del folk, es un verdadero cronista del rock, es emblema del rock, es un hombre que con punteadas funestas y una armónica que es puro viento encausa a los mitos del género. Cuando escribió Hey hey, my my en 1979, ya Morrison y Hendrix no estaban, y así advirtió a los que vendrían después: a Layne Staley, a Chris Cornell, y también a los que pasan sin tanta pena ni gloria, como Mike Starr, el menos nombrado difunto de Alice in Chains, o Hillel Slovak, el primer guitarrista de los Chili Peppers. Si hablamos de mujeres, Wendy O. Williams de The Plasmatics es ejemplo, se disparó en la cabeza en el bosque cercano a su propiedad.
Sobre el rock, Neil Young dijo que ojalá fuera la música del Demonio, pero no es sólo del Demonio, que cree que él y Dios se estrechan las manos y se encuentran justo ahí, en el rock and roll, y sobre esta canción dijo hace unos pocos años, ya viejo pero siempre con su sombrero, que se debe hacer una distinción entre el rock and roll y la vida, que Hey hey, my my es sobre el rock y que no es sobre la vida, porque la vida tiene hijos, familia, amores, naturaleza y belleza, y el rock and roll será parte de lo que engloba la vida, pero el rock and roll es otra cosa. Según él, un animal propio, un animal hacia adentro.
Out of the blue and into the black
They give you this, but you pay for that
And once you're gone you can never come back
When you're out of the blue and into the black
SOBRE PETER STEELE DE TYPE O NEGATIVE
Peter Steele cumplió condena en Rikers Island y tambíén en un psiquiátrico; a la cárcel de máxima seguridad, que ocupa todo el perímetro de una isla neoyorquina, llegó por un caso de aggravated assault, pues halló a su mujer en la cama con un amante y, en consecuencia, a él por poco no lo mató. El psiquiátrico lo albergó porque, tras su primera separación, decidió cortarse las venas y suicidarse. Probó la cocaína por primera vez cuando ya era famoso, a los treinta y cinco años. Antes, había sido guardaparques y un hombre muy sano: apenas una que otra cerveza luego del trabajo, a lo mejor los viernes, en vísperas del fin de semana.
Peter Steele es conocido por aparecer en talk shows, como el de Jerry Springer, donde entró persignándose y llevándose al instante la mano al mentón y luego hacia afuera, en un gesto evidente de burla y diversión, charlando con el conductor y las invitadas sobre el fenómeno de las groupies; también es conocido por haber sido portada de Playgirl, apenas habiéndose iniciado su carrera con Type O Negative el año anterior, en fotografías en las que luce desnudo y erecto o estirando con la boca el ribete de la tanga de una blonde bombshell. Según Peter, no fue tanto una cuestión de ego, sino más bien un truco publicitario que funcionó. Las chicas enloquecieron, y todavía lo aman, lo adoran y salivan intensamente con sus fotografías, sea desnudo o vestido, y con su barítono, su voz vampírica de ultratumba.
Era el sexto hijo de una familia católica y el único varón y decía que, por ser el único hombre entre cinco hermanas, gozaba de una intuición escalofriante. Sufría de acoso escolar, demasiado alto, enorme, tímido y oscuro para su escuela de Brooklyn, y a lo mejor por ser tímido y oscuro es que eligió tocar el bajo y no la guitarra, cosa más común y también más ruidosa. A lo mejor eligió el bajo por tener la voz demasiado grave, porque desde los diecisiete años que estuvo en bandas y siempre fue insignia esa voz grave.
Peter Steele se identificó como ateo en la adolescencia y lo mantuvo hasta el final de su vida, cuando su corazón ya pesaba más de lo normal por el consumo de cocaína y el pronóstico no era bueno; allí se convirtió en un hombre católico, así como había sido críado por su familia de raíces polacas. En una de sus últimas entrevistas dijo que iba a misa y peleaba con el cura porque la Biblia "es una puta metáfora", pero también que sería un honor ser un siervo de Dios. También tenìa varios gatos, y en esa entrevista dijo que vivía por ellos de forma más o menos literal.
Que siempre y en todos lados suene I don't wanna be me, que enuncia: Please don't dress in black / when you're at his wake / don't go there to mourn / but to celebrate
PEQUEÑA NOTA AL PIE SOBRE LAS HIJAS DE LAS ESTRELLAS DE ROCK Y SOBRE MICHAEL HUTCHENCE DE INXS
El diecisiete de septiembre de este año, Kurt Cobain se conviritó en abuelo. Su hija, Frances Bean, dio a luz a un varón que lleva el apellido Cobain y también el apellido Hawk, porque se casó con el hijo del skater Tony Hawk, en una representación explítica de poder noventero, o lo que el poder noventero llegó a ser en este mundo. Este año, en el aniversario de muerte de su padre, le escribió un texto hermoso, que finalizaba diciendo que, si algo aprendió de vivir en duelo toda su vida, es que hay una enorme apreciación por la vida, por la creación, por lo que uno puede ser, a donde puede llegar. Felicidades a ella que ahora es madre, ella, la hija del grunge o del rock and roll o de dos de las últimas grandes estrellas de la contracultura y la generación X, ella que tanto renegaba por su padre, que contaba que cambiaba la radio cuando sonaba Nirvana, que era tan difícil porque cómo evitar que suene Nirvana en la radio. Antes le decía Kurt, ahora le dice papá.
Las hijas del rock no pueden escapar de sus apellidos, pero sí pueden amarlos a pesar de sus historias. Siempre pienso en Frances Bean Cobain, siempre como sierva de su padre, pienso en su adicción a las pastillas, pienso en lo que elige contar y lo que calla, pienso en cuando demandó a su madre, Courtney Love, por dejar las pastillas psiquiátricas tiradas en el suelo, causando que sus perros las coman y se envenenen y mueran. En esa demanda, Frances no cumplía los dieciséis, y de vuelta fue llevada a casa de su abuela paterna en Washington.
Las hijas del rock and roll son ese alarido que nace en el momento cúlmine de la muerte, son ese impulso vital antes de que el monitor deje de hacer sus pitidos. Son vidas duras, casi tan duras como las vidas de sus padres. Por eso se alejan de la fama, como la hija de Michael Hutchense de INXS, Tiger Lily, que hoy en día se dedica al cine lejos de las cámaras, tan sólo apareciendo fotografiada por paparazzis una que otra vez por año en alguna nota relacionada a su padre, mostrando qué tanto se parecen los dos.
Tiger Lily perdió a su padre por suicidio y, a los pocos años, perdió también a su madre por una sobredosis de heroína. Fue adoptada por Bob Geldof, sí, Pink de The Wall, mítico cantante que incluso participó en ese Live Aid tan conocido, y él la crìo como una hija suya y luego Tiger Lily perdió, también por sobredosis de heroína, a una de sus medio hermanas. Su padre biológico, Michael, se suicidó un tiempo después de ser atacado y golpeado en la cabeza contra un cordón de vereda, hecho que desencadenó problemas neurológicos que complicaron su vida, causándole un trastorno de bipolaridad a un hombre que era sanísimo pero también sumamente sensible; un poeta que adoraba estar con su novia y su familia, que sufría en las giras por no poder llevarlos consigo, un tipo que se cortó el pelo porque detestaba que todo pasase por su apariencia casi angelada. Sin contención psicológica durante el último tour de INXS, acabó con su vida.
Las hijas del rock son la mortalidad de sus padres y madres, son lo que de ellos queda, estelas que se abren paso en la humarada y las piedras candentes del mundo.
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