Eros, hijo de Ares y Afrodita.
Hijo de hombre y mujer,
de dios y de diosa,
de la guerra y el amor.
Probablemente el dios más irónico,
regalando amor a punta de flecha
porque sabe que sus flechas no hieren
pero desconoce que el amor si.
Obsecuente su accionar de regalar amores
siendo que a veces se olvida de lanzar por pares
y condena al tormento del amor no correspondido
al desamparado mortal en la punta de su flecha huérfana.
¡Si te dijera a cuantos les debes una disculpa tu pañal sería el depósito de toda tu vergüenza!
Claro que ibas a ser apenas un bebe, no por inocente
sino porque no sabes distinguir el bien del mal,
y jugas con los vivos a las muñecas.
Tu madre dijo el dia que te comía un panal de abejas
que el dolor que sentías era similar al que causabas a los humanos.
Boberias, nunca conocí a alguien que se suicide por una picadura,
pero por amor la gente muere todos los días.
Su presencia y su falta nos son igual de nocivos
y nuestro dealer es un zopenco con arco y flecha
que jamás puede dar la dosis correcta.
Podríamos darte una jeringa para más precisión, pero seguro te aburris.
Quizá gozas nuestra desventura, pues heredaste el sadismo de tu padre.
Pero está bien Eros, quiero que sepas que no te odiamos.
Solo nos odiamos a nosotros cuando apareces
y con tus flechas de oro y plomo, sin aviso ni razón,
develás lo que tratamos de esconder con vergüenza en nuestros corazones.
Frívolo, caprichoso, sádico y manipulador. Todo eso sos Eros.
No te acuso de psicópata por miedo a que tus flechas se vuelvan malintencionadas.
Solo nos queda la espera. La pausa eterna entre tus tiempos secretos.
Cuando uno baja la guardia es cuando disparas y nos obligas a reconocer
que como arquero posees dotes dignas de tu cargo divino
porque no hay persona que haya sabido levantar fortaleza en su pecho
que pueda detener el asedio de tus proyectiles.
Nos queda solo la congoja cuando tus efectos se vuelven nocivos,
y aprovechar los instantes dulces donde pareciera que haces bien tu trabajo
mientras esperamos que esta vez sea de forma definitiva.
Dispara Eros, a este corazón descubierto que no te teme
aun sabiendo perfectamente lo que sos:
El más hermoso de todos los infortunios.

Guido Boggio Marzet
Argentino, quizá demasiado. Escribo poesía y otras cosas, a veces no se muy bien que la verdad, pero lo importante es participar.
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