Si miro en lo más profundo de mis recuerdos —y no es porque lo haya olvidado— me reencuentro con la primera vez que nos besamos, Alice.
Bueno, yo te besé y tú, impactada por aquello —a pesar de que me lo pediste (¿O fuese en sueños?)—, me golpeaste con inquina; es más, podría decir que vi hasta odio en tu mirada. En su momento no lo entendí, pero ahora que me hallo sumergido en una marea pensativa, lo hago: Tú no me amas. ¡Qué duro fue descubrirlo! Sentí como mi cuerpo se desgarraba al igual que un muñeco de tela cuyos puntos se habían descosido. Miré incluso aquella cicatriz de mi mano —¡Qué divertido fue aquel día! ¿Lo recuerdas?—y me pregunté a mi mismo si aquello fue en vano. Todo lo que hice por ti, y aquello que pude hacer si me hubieses permitido, reposarán en la más cruel de mis dolencias.
No permitiste a mi corazón brillar, haciendo que la oscuridad de tu alma devorase la tenue luz que se extendía por mi cuerpo. Sentí como me hundía en la profundidad dolorosa de unos pensamientos atroces, pues, ya no tenía motivos para recordar tu rostro.Y me hubiese gustado seguir haciéndolo, lo digo de veras; sin embargo, a pesar de aquella grandilocuencia con la que te expresabas, pude descubrir tus artimañas muy a mi pesar.
¡Maldita sea, Alice! Eras mi todo. Mi corazón latía de igual forma en la que tus pies se movían al caminar, ¿no ves que estaba completamente entregado a tí, mi amor? Pero tú… ¡Cómo odio tu rostro, tus palabras, tu existencia! Me has destrozado, Alice. Lo has hecho.
—”¡No, John, no lo he hecho!”, dirás, excusando tus pecados. Siempre lo haces, y jamás cambiará. Yo estaré para tí como un perro. No, seré tu lacayo. ¡No, seré tu esclavo! No. No seré nada, Alice. Yo ya no te necesito —o eso debo creer—, pues mi corazón ha sido arrancado y resguardado en una fría cueva.
—”Eres tan exagerado, John”, responderás. Te conozco a la perfección, pero, ¿tú me conoces a mí? ¿Sabes cuáles son mis intereses? ¿Mis aficiones? ¿Mis dolencias? ¿Sabes algo de mí? No contestes. No lo hagas. La última carta que recibiste de mí unió mi corazón a tu ego, y ahora este se ahoga en él. Debo flotar, Alice. Debo hacerlo.
De un hombre sin amor,
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión