Otra noche, otra vez el pecho lleno de cosas que no sé nombrar y la cabeza girando sin final.
Me meto bajo la frazada como si fuera refugio, pero ya no abriga, ahora pesa, ahora me ahoga.
Pienso en lo que pierdo y en lo que gano con cada caída.
La habitación se volvió un pantano, y yo me hundo lento.. me pudro, como si esperara que alguien me saque. Que algo me salve.
No me falta pan en la mesa, pero sí paz en la mente, en el pecho, en los recuerdos.
Y eso me duele, porque me hace sentir malagradecida. Como si estar triste estuviera mal.
Hay dolores largos, y uno piensa ¿cuánto duran? me está pensando está armadura.
Quise decir la verdad tantas veces, que terminé memorizando mentiras.
Y ahora ya no sé si lo que pienso es mío o me lo inventé para no romperme del todo.
Busco el lado frío de la almohada, miro al techo, buscando respuestas.. y nada.
El tiempo no es lineal, es un círculo de fuego, y a veces en alguna llama creo verme de nuevo. Pero ya no sé si soy yo o una versión quemada de lo que fui.
Tengo la cama grande que tanto quería, pero solo uso la mitad. Como esperando que en alguna noche de suerte vuelvan los sueños y se vayan las pesadillas.
Sé que hay amor en todas partes, aunque me lo robe el miedo. Pero a veces siento que el miedo vive conmigo, me habla bajito y me recuerda todo lo que alguna vez dolió.
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