Es hoy.
Lo sé.
Lo entendí en cuanto inundó así, como de repente, todo el espacio con su marea fragancia.
Estuve unos minutos pensando que no era de este muelle, que no era posible tamaña inundación.
'Viene de afuera' pensaba... ¿desde dónde vendrá, si no, esa ola recuerdo?
Cuando entendí a quién pertenecía esa fragancia que creía forastera, quedé varada en mi cuerpo.
Me acerqué a él tímidamente, como cuando se prentende saber la temperatura del mar con los pies.
Al igual que quien se pone un caracol en el oído para sentir el mar, mi naríz se sumergió profundamente en ese olor a aguas de infancia: Marea dulce y fresca, brisa melancólica y abrazo sol en la cara.
Del Palo de Agua, emergía un faro ramillete. Blanco, robusto y lleno de gotas pimpollo que se abrían una a una para indicar 'lugar seguro, a buen puerto has llegado'.
Ese aroma inundó mis pulmones y también mis ojos. Me envolvió y atravesó mi barca alma por completo. Me dejó liviana, haciendo la plancha en la calma de su Agua.
Lo supe entonces, era el Palo que faltaba para hacer de este muelle un puerto hogar. De mi casa, mi hogar.
Es hoy.
Lo sé.
Lo sentí en cuanto inundó así, como de repente, el espacio con su marea fragancia.
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