Palestina: Entre el olvido y la destrucción
Mar 14, 2025

"La indiferencia de las grandes potencias no solo legitima la violencia, sino que la perpetúa."
La crisis humanitaria en Palestina nos enfrenta a una dolorosa realidad: miles de civiles, incluidos niños, mujeres y ancianos, están perdiendo la vida en un conflicto que expone los límites de la moral y la ética internacionales. Sin embargo, en gran parte del mundo occidental, esta tragedia parece diluirse entre discursos vacíos, silencios cómplices y gestos políticos que priorizan intereses estratégicos sobre la dignidad humana.
Resulta profundamente inquietante observar cómo en la esfera política europea, algunos líderes abordan esta crisis con una liviandad alarmante. Imágenes de funcionarios riendo en el Parlamento Europeo mientras se denuncia la masacre en Palestina generan una pregunta inevitable:
¿Qué nos ha llevado a un punto en el que el sufrimiento humano es trivializado?
¿Cómo es posible que la muerte de miles de personas sea percibida como un tema secundario o, peor aún, como una cuestión ajena a nuestra responsabilidad?
Vivimos en una era donde la manipulación mediática y la desinformación han distorsionado nuestra percepción de la realidad. La verdad se diluye entre narrativas sesgadas y noticias fabricadas, muchas veces moldeadas por intereses geopolíticos. No obstante, lo innegable es que Israel está llevando a cabo una ofensiva que ha devastado comunidades enteras, destruyendo no solo vidas, sino también una historia, una cultura y un pueblo.
Es fundamental que en Occidente comprendamos que Palestina no es solo un territorio en disputa ni un conflicto lejano: es el hogar de millones de seres humanos, con derechos inalienables que hoy están siendo brutalmente pisoteados. La empatía y la justicia no pueden ser selectivas ni condicionadas por alianzas políticas o económicas.
Nadie tiene el derecho de decidir quién vive y quién muere, ni de justificar crímenes de guerra bajo el pretexto de la seguridad.
Los ataques indiscriminados contra civiles, la demolición de hogares y la negación sistemática de derechos fundamentales constituyen una violación flagrante del derecho internacional. Y las grandes potencias, al permitir y en algunos casos avalar estas acciones, son también responsables de perpetuar el sufrimiento.
Es hora de exigir a nuestros líderes coherencia ética y responsabilidad política.
No podemos normalizar la impunidad ni justificar el horror con eufemismos diplomáticos. Debemos levantar la voz contra el exterminio de un pueblo y trabajar para que la justicia prevalezca. Porque si permitimos que la indiferencia se convierta en norma, estaremos condenando a la humanidad entera a repetir los peores capítulos de su historia.
Por: Facundo R. Arroñades
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Facu Arroñades
Me considero una persona creativa que escribe o pinta libremente, sin importar el tema ni el género.
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