Páginas perdidas.

Entre toda la gente aquí presente, nadie realmente está. Todos se mueven rápidamente, dicen que su tiempo se acaba, y que aún no están listos para que el día termine.

Entre todas esas personas sin color alguno, sin motivo o sentido de sus pasos, puedo volver a verla, a ella, ese precioso color en medio de todo, en medio de todos. 

Quiero hablarle, acercarme y atreverme, pero ¿Quién soy yo para eso?

Solo saco mi cuaderno mientras el metro comienza a andar, mientras mis palabras empiezan a volar, revelando y gritando cosas que mi boca no es capaz, pero mi corazón se niega a callar. 

“¿De dónde podría sacar el valor un poeta, para recitarle a su musa su obra?

Cómo podría decirle, que, si me pusieran a darle un sinónimo a la luna, serían sus ojos, que cuando intento hacerle un contorno con mis palabras, cuando trato de ilustrar en ellas lo que es, no quedo ni cerca, que no sé qué hacer, qué, si mis palabras escritas no pueden, nada más podrá.

No sé cómo explicarle lo que siento y cómo lo siento, aunque haya veces donde ni yo mismo lo sé. 

Porque mientras que ella es la luna en persona, yo no soy más que la suma de letras, silencios, gritos y signos de puntuación. Solo soy un desastre, y en algún momento empiezo a sentirme mareado y sin aire, pero mis manos no se mueven para salvarme. Me han abandonado.”

El dolor de un recuerdo a tu lado que no llegará, porque yo lo creé, me golpeó abruptamente, no entendía qué estaba pasando, había despertado de mi sueño en vida, ya había llegado a mi estación, y ella nuevamente ya no se encontraba.

El solo pensar que los recuerdos que tenía, tan vívidos en mis manos y mi corazón eran falsos, me hacían flaquear, posiblemente, para hablar sobre eso, hubiese tenido que susurrar, por qué de haberlo dicho demasiado fuerte quizás habría vuelto a romper en llanto. 

Cerré mi cuaderno suavemente, ahogando con lentitud mis gritos hechos palabras, ya no sabía lo que hacía, tal vez ya había perdido la razón, escribía sin sentido, como todo lo que alguna vez llenó mi cuaderno, dejar volar las palabras que mi ser se niega a soltar, mientras son atadas por algunas comas, es escribir sin sentido, ¿No?

Digo, ¿Qué sentido podría tener mi forma de amar, si solo es un revuelto de mis más profundos miedos?

- Sayla.