Las fuerzas del orden.
Con sus porras atizan a siniestro y siniestro -No es un error del corrector ni del autor; a las derechas no les enseñan sus defensas los antidisturbios-. Las banderas amigas, afines, se respetan.
Es muy deprimente ver a esos jóvenes fuertes y bien pertrechados abusar de su posición de poder para amedrentar al Pueblo.
¿Qué creen que son?
Ya sé, ya sé, dirán que hacen su trabajo, cumplen con su obligación, obedecen órdenes, pero ¿No tienen hijas, hijos, padres, madres, tíos, sobrinos, vecinos, amigos? Ellos, los de uniforme, son Pueblo que traiciona al Pueblo. Son Pueblo que sirve al Poder por las particulares lentejas, por la esclavizante hipoteca, por el deseado coche bueno... ¿De quién creen que nace todo eso?
Los de arriba no producen nada, no fabrican nada, no hacen un solo pan, y, sin embargo, el alto y fuerte policía los defiende apaleando al tendero del comercio de la esquina (hace chaflán).
A porrazos.
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