Padre Nuestro.

...

Lo de Dios (pero sin medias tintas).

Durante mucho tiempo me dije agnóstico, pensando que eso era yo por el hecho evidente que que me resultaba imposible conocer que Dios existiera; pero ya pasó ese trago. Ahora me siento ateo, y muy a las claras lo digo, porque es que no me cabe en la sesera como se puede creer en el Dios que se presenta.

Lean la Biblia.

Con eso basta para mandar al tal Dios a la trastienda.

Pero si no les bastara con la ficción escrita (ya saben, eso de los diluvios, las plagas, Sodomas y Gomorras...), observen la realidad, que ahí el algodón no engaña.

¿Qué Dios decente puede crear un mundo como este?

¿Cáncer infantil? ¿Gente con capacidad y deseos de matar a millones de prójimos? ¿Sequías recurrentes? ¿Inundaciones catastróficas? ¿Terremotos? ¿Volcanes que destrozan Pompeyas?

Todo puede justificarse con palabrería: los senderos del Señor, designios inescrutables, libre albedrío, etc... Pero el caso es que aquí estamos, en la supuesta creación divina, los más, padeciendo lo que no está escrito. Y muchos de los sufrientes, inocentes niños.

Y, ¿Por qué?

Por un mito de su propia invención:

El Pecado Original.

Una pareja que hace algo en un instante, y ya, cojita toda la humanidad para toda la vida. Porque lo del redentor salió un desastre. (Violación de una niña virgen incluida).

Podría aceptar a los dioses griegos, tan mundanos, imperfectos, seres en mucho despreciables, pero sin pretensiones de bondad infinita, sabiduría total, poder sobre todo y para todo; esa gente podría ser que fuera, por cosas de las muchas posibilidades del universo, pero serían, para la humanidad, una mosca cojonera que no se sabe por dónde va a salir; pero este Dios de la Iglesia, ni por asomo me lo creo ni, de existir, me interesa.

Si está por ahí, ¡menuda pieza!, y así se lo diría si me lo encontrara un día:

¿Tú de qué vas?

¿Qué te adore?

Te va a adorar quien de ti vive.

¡Vete a la mierda!