padezco de gula

No creo que la gula solo se trate de la insatisfacción que te lleva a alimentar y alimentar el estómago.

Padezco de una gula distinta, tiempo atrás hablé de mi miedo al enamorarme, y en mis propias palabras dije «me da miedo volver a desgarrar mis entrañas para alimentar con mi sangre a un alma hambrienta de experimentar un tipo de amor tan visceral, ese que te enseña a devorar-y-alimentar a tu alma gemela hasta no quedar más que los huesos»; creo que caí en mi propio miedo, me atrapé a mitad de la noche tratando de saciar el hambre de mi corazón, estaba ahí entre lágrimas, intentaba seguir devorándola mientras sollozaba egoístamente un “te extraño”, como si el ser humano no se cansara del egoísmo de su par; vi mi reflejo en sus palabras y sentí miedo, tanto miedo de mí que creí que al intentar irme, ella tomaría mi mano y diría “no te vayas, yo también te necesito”.

Erré tanto al creer que lo que estaba haciendo era comprobarme que ella me quería a su lado ante toda adversidad, y lo único que hice fue destruir nuestro vínculo. Fui tan egoísta que no pensé en cómo esto la lastimaba, fui tan egoísta que esperaba que valiera la pena pedir que me quedara.

Descubrí el tipo de gula del que padezco de mala manera, y me condené a padecer de un corazón roto, además de un alma somnolienta.