La primera vez
que nos tomamos de la mano
estuve tan cerca
de que me explotara el corazón
porque tus ojos
dibujaron felicidad
en ese verano
mientras tu oxígeno de lavanda
iba lavando mis pulmones
de los aires pasados
que ya no vivían
y me llevaste a Venus
para conocer un planeta
que no había conocido.
Pusiste la mitad del corazón
que te han usado y roto
al lado de lo que quedaba del mío
y juntos hicimos un solo corazón
para cuidarlo de los vientos fuertes
que rocen en nuestra puerta.
Una noche blanca
te soñé en brazos ajenos
y me contuve de llevar
al dormitorio de mi mente
cuchillos afilados
para matar a quien me robe,
sabes del daño
que las garras
más filosos que amé
hicieron sobre mí
entonces, por favor, prométeme
que besarás mis heridas
en el momento débil
en el que decidan sangrar
como cada una de las flores
que fue necesaria como duelo
para poder encontrarte.
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