Volviste a mis sueños
como la casa de la infancia, visitada.
Acaricié los muros de tu rostro empapelados con la hiedra que creció desde tí hasta
ahora.
Me apreté las manos inconscientemente contra mi pecho y mi cara contra tu cara y
cada célula de mi cuerpo quiso librar una batalla contra la distancia.
Y recordé eso que lográbamos. Toda la violencia del mundo concentrada entre un
pómulo y otro pómulo dispuestos a ser solo una cosa.
Quien va a su viejo lugar de vacaciones recorre los puestos de diarios buscando
siempre una noticia nueva.
Quise por un momento entrar a tu cuerpo, con la estúpida esperanza de que fuera
una máquina del tiempo.
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