En el mejor de los caso, este será un día más. Se perderá con el tiempo, y luego lo borraré de mi memoria como todos los anteriores.
Mañana podré levantarme y seguir mi camino, ignorando el pequeño sonido que se escucha en el fondo de mi mente. Se trata de un zumbido, leve pero constante, una molestia que siempre está presente en mis peores momentos.
En mi pecho persevera este deseo de desolación, mi única compañía desde que tengo memoria. Puedo afirmar que creo profundamente en que dias como este donde la noche es fresca y el silencio es capaz de llenar cada espacio, una tiende a pensar en aquellas cosas remotas y absurdas que invaden el fondo de la mente, aún cuando lo hace inconscientemente, esperando llenar los incómodos silencios de forma que me facilite la existencia al menos por un momento, o al menos hasta que las horas pasen y el día muera.
Entonces yo podré encerrar mi corazón nuevamente en el cajón de mi pecho, y guardarlo bajo llave en la pesadumbre de mi alma. Es un otoño frío para los desamparados.
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