Una de las cosas mundanas que más disfruto de observar es cuando una estación comienza a invadir a la otra.
Silvina Ocampo una vez dijo: <<A mi me gusta el otoño, es más plástico, más delicado. La primavera es como una persona muy rica que se pone todas las alhajas que tiene. En cambio en el otoño hay flores que se esconden>>
Este otoño es distinto al último, este otoño entró con calma, me alejó del mundo, me recordó que soltar no es perder y al desprenderse de los colores de sus ramas tambien se desprendió toda asociación que quedaba en mi.
¡Que lindo volver a sentirme liviana como las hojas que caen y el viento moviliza!
Esta vez disfruto de la supremacía estética del romanticismo otoñal.
Puedo volver a enamorarme de su gama de colores donde encuentro belleza, usar mi ropa favorita y sentir esporádicamente el alivio del sol en mi cara.
Y entender también que a el otoño le toca igual que a mi practicar la paciencia en su proceso de dejar caer todas sus hojas.
El otoño es mi estacion favorita porque me da más consentimiento para guardarme y vivir en mi cama, cama que ahora es compartida.
Y que mejor que compartir de a dos las tardes de cafes, el recorrido por librerias, los choques de narices heladas y las caminatas llenas del ruido de las hojas que en otoño.
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