Hay un pueblo donde el tiempo se detuvo
a la mitad de un bostezo.
Las ventanas miran hacia adentro
y los árboles sueñan con incendios.
Allí vive la chica.
La que se alimenta de polvo
y no pisa su sombra.
La que escribe cartas
que nadie abre
porque nadie tiene dedos.
Sus ojos parecen vidrios sucios.
Pero si mirás bien,
verás un cielo que se está pudriendo.
Dicen que una vez rió.
Que una vez bailó con una lámpara
y juró que era el sol.
Nadie la creyó.
Pero todos la envidiaron.
Ahora arrastra un vestido mojado
aunque no llueva.
Camina descalza
aunque el suelo tenga clavos.
Canta canciones sin boca.
Hay una puerta en su casa
que nadie debe abrir.
Del otro lado,
el invierno respira como un animal herido.
A veces se escuchan campanas.
Pero no hay iglesia.
A veces sangran los espejos.
Pero no hay reflejos.
A veces, ella sonríe.
Y eso es lo más aterrador de todo.
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