Origen.
Oct 2, 2024
...
El folio sagrado.
Antes de todo ni siquiera había antes. Sin tiempo no hay posible medida del tiempo.
Fue que de la sin sustancia, el Ser se hizo Ser pues, de algún modo, acertó a hacerse. Ni el Ser mismo pudo saber cómo eso fue posible, pues es imposible saber cómo se puede ser desde la nada más absoluta.
-Estoy. Soy. -Se dijo.
Y allí, que no era un sitio, y entonces, que no era un tiempo, pues solo era el Ser, sin espacio, sin sucesos, sin materia, sin la posibilidad siquiera de la hilazón de un pensamiento, el Ser fue porque no supo no ser. Ni siquiera lo concebía.
-¿Qué pinto aquí? -Se dijo.
No cabía más razón ni argumento, pues en nada, nada surge.
El instante eterno.
Y, a saber, de un chispazo de ser omnipotente, hizo el Ser, inconsciente, por fin, el Tiempo.
-¿Y que hago yo con esto? -Se dijo.
Curioso concepto, pensó en un momento.
Pero ¿De que sirve el tiempo si no hay otra cosa?
Y el tiempo pasaba. Y pasaba muy lento.
El Ser se hizo viejo.
Senil ya, pensó en crear algo.
-Por lo visto, puedo. -Se dijo.
Espacio. Luz. Materia. Movimiento.
Y surgió, de lo hecho, la energía y todo lo que vemos y mucho más que no vemos. Ni imaginamos.
No hizo el Ser tierra ni cielo, hombre ni mujer, malo ni bueno. Eso vino luego, desde esa primera inercia que surgió de un no intencionado pensamiento.
Y el Ser, senil, muy, muy, muy viejo, dejó de pensar, cansado, harto de eso.
-¿Y qué pinto aquí?- Se dijo.
Y pensó en morir y en pasar a otra vida, con la esperanza de que fuera mejor que la vivida, de que en ella hubiera un Ser omnipotente y bueno (se había hecho creyente) que lo juzgara bueno y que solo en contemplarle, mereciera la pena, ser eterno.
¡Ay, Señor!
Recomendados
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión