Onirixia.

Nadie puede asegurar con total (in)seguridad que una cama grande, cómoda, caliente para mi sola
que promete el más protegido sueño a mi persona en una noche sin ruidos, problemas o chillidos
donde todo parece estar ameno con todo limpio, con los planes hechos, el té tomado, la alarma puesta ,el agua conmigo;
ni con todas las condiciones perfectas puestas en escena
se me concede ni por dicha ni por pena , ni por mísera sombra ni por divina misericordia
el rumor de un primer sueño manifestado en el roce alado que anhelo hace tanto del ese mundo onírico,
tal cual eterna y pesada condena.

Porque entre probabilidades, margen, tiempo , el conocerme tristemente y por tormento, sé que nunca voy a poder lograr descansar y levantar mis ojos a tiempo ,mente y vida.
El dormir no es para mi, no cuando lo necesito. No como el resto lo hace, sanamente. No como si pudiera ,aunque quisiera.
La ansiedad me tapa en sudor frío y un futuro de vacío.

Si estoy obligada a confiarme mi propia seguridad y compromiso,
prefiero someterme a los extremos porque no confío
en un ser tan débil e inseguro con filo ,que apenas sobrevive en vilo.

En haras de un incesante, desbordante ,sostenedor y agotado hilo.