ㅤㅤ"Amor."
ㅤㅤ"Dígame."
ㅤㅤ"¿Siente la forma en que le amo?"
ㅤㅤ"Y aún más cuando está ausente."
Se inunda en ese sentir, un chiquillo perdido entre el aroma tan dulce de frutilla en un té de jamaica, gotas de miel que decoran la parte baja de aquella taza que le recuerda a ella. Un dulce aroma como la forma tan delicada que era envolverse entre aquellos brazos que siempre arropaban su alma. El sabor que venía de la bebida era casi como revivir aquel primer beso, esa misma noche donde ambos compartían un completo—delicia culinaria de la dueña de esa vista—teniendo de cómplice esa torpe salsa de tomate en sus comisuras. Lo odiaba, pensaba aquel hombre, odiaba tanto el sabor de esa salsa hasta irse entrometida en ese primer beso compartido. Maldita sea, y maldito el día que ambos hicieron que empezara a tenerle un gusto a esa salsa por impregnar los recuerdos del castaño en el recuerdo del primer beso.
Y parecía ridículo asociar así tan abrupto una comida a ella, en ese día, pero él jamás tendría el valor de besarle si se le diera la oportunidad. Un hombre que simplemente se ha dejado amar por completo, por una muchacha que lo hace romperse en llanto, llanto que decora el rostro de felicidad al pensar en "cómo alguien puede amarme con tanta facilidad y sin esfuerzo." Pero francamente, sabía que no todo era fácil en esta vida, como luchar esas batallas internas de insuficiencia cada que veía todo lo que esa mujer significaba para él. No era comparación, no la había, porque siempre escuchaba que los primeros amores eran los más importantes.
Para él no, ella era la más importante y la que más ha figurado la mejoría en él.
Tantos cambios, tanto amor. Aquello tan dulce y la facilidad de quererle, estaba completamente enamorado sin haberse dado cuenta, porque así era amarla: tan sencillo. Las palabras empiezan a tener sentido, para él y no para quien lo escucha, porque entre ese amor tan necesario en su vida, solo importaba que ambos pudiesen entenderse. Ya no había campo para la opinión ajena, ni el qué dirán, ni el que aportarán. Eran dos almas que parecían haberse encontrado de nuevo, después de años, después de varias vidas. Lo sabía y lo sentía en su pecho, porque tan solo pensarla le hacía sonreír como un estúpido y más cuando se daba cuenta que su taza de té se había congelado.
Y esta es la historia tan cursi, tan melosa y tan dulce como esa estúpida salsa de tomate encima de un completo de este ser humano que se ha enamorado. Mis palabras no tendrán sentido para ti, ni para quien me llegue a leer, solamente para mi y aquella mujer que me ha renovado el alma que anhelaba ser amado.
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corazón atómico
mis sentimientos son tan fuertes para el pobre cuerpo que vive con el dolor de vivir.
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