ojalá no ahogarme entre versos

en medio del temporal,
otro del que no pude escapar,
como la vez anterior,
un trueno atravesó mi garganta
y ya no pude llamarte de nuevo,
para que volvieras,
para que llegaras,
camino que hice por ti,
para que lo pisaras,
para que te trajeran a mi casa,
tu hogar.

—¿tu vida o tu corazón?—
me dijo alguien.
yo elegí abandonar los dos,
pero no es posible,
es tan imposible como nuestro amor cumplido,
como vos y yo cumplidos,
como un futuro con tus ojos,
como pedirte que te quedaras después
o vinieras antes,
como rogarte con mi mente que vuelvas
después de haber dicho yo misma un adiós indefinido,
que preserva tu paz
y garantiza mi martirio.

quiero mantenerme cuerda
con tu foto en mi cartera,
mi amuleto,
quiero levantarme sin poder leerte,
sin poder tocarte,
sin descifrar tu mente.

quiero averiguar si hay un atisbo de mí
en aquel jardín que nunca conocí,
apagar la vela encendida en mi cuarto
que insiste en no consumirse,
negar al mundo que me hechizaste,
negarme a mí misma que te quiero,
cuando sos lo único que anhelo,
cuando quisiera vivir en tu corazón
y desbordarme de alegría
con cada latido que da.

no quiero olvidar tu sonrisa,
pero finjo que no estás detrás de cada palabra,
de cada canción que escucho,
de cada declaración de amor.
todo es tuyo.
todo es por vos.

y entonces escribo un lunes,
desvelada y en ayunas.
y también un martes,
cuando la presencia ajena se hace tolerable,
cuando la tormenta en mi rostro
me sorprende rodeada de gente,
esbozando sonrisas falsas
y palabras de afecto inciertas.

siempre estuve segura de vos,
incluso antes de conocerte.

siempre te pregunto:
“¿te parece bien que te quiera dos semanas más?”
nunca respondés,
y las semanas se hacen meses,
y los meses serán años.

quizá algún día me deje vencer,
quizá me roben la cartera con tu foto
y tenga que olvidar tu rostro
como ya olvido tu voz,
como ya intento no pronunciar tu nombre.

al final, lo que queda en mí
es un miedo inmenso e inconfesable.

quisiera vivir en un nuevo mundo
con todo de nuevo,
y nada de mundo,
un lugar donde no espere tu regreso
porque allí ya no estarás.

y sin darme cuenta,
sos en realidad parte de mí,
y no te irás hasta que yo lo decida.
pospongo la decisión hace varias vidas.

el invierno termina
y aún tengo frío.
no vienes a curarme,
y tuve que pedirte sin decirlo
que me dejaras en tierra
y siguieras con tu vuelo.

porque sos un pájaro,
y yo era la jaula.

pero antes de soltarte,
quisiera hablarte del cielo que te falta por conocer,
decirte que cuando hablábamos
los relojes carecían de sentido,
que el tiempo debía detenerse
para leerte solo un ratito más.

quiero decirte una última vez
(aunque con vos nunca hay últimas veces)
que mi papel fue contemplarte desde lejos
y volverte tinta,
arte eterno en este tiempo fugaz.

pudimos,
y aunque no fuimos,
siempre seremos.
ojalá entiendas eso.

por esa ilusión de algo que fue nada
te llevaré conmigo siempre.

ojalá mi huida hubiera sido de mi cama a la tuya,
ojalá te viera cada invierno de mi vida,
ojalá mi saludo de cumpleaños
no fuera despedida.

con vos el tiempo me apremia:
siempre quise conocerte más,
leerte más,
escucharte más.

conocerte era viajar en un día de lluvia
sabiendo que el camino sería ameno
si el cielo permanecía en calma,
pero con la certeza de que el fin llegaría
si el cielo se enojaba.

ojalá sonrías.
no te culpes,
no te castigues.
cambiás vidas,
pero no destinos.