ODIO

Hay días en que mi corazón es una puerta siempre abierta, y aun así nadie entra.
Me desgasto intentando iluminar a alguien que camina por el mundo regalando su luz a todos,
menos a mí.

La miro repartir afecto como si no costara, como si su cariño fuera un río interminable, y sin embargo, cuando me acerco,todo se vuelve desierto.
Me vuelvo invisible.
Me vuelvo nada.

Trato de convencerme de que no duele, pero hay un punto en el que la paciencia se quiebra, y nace en mí un rencor que jamás pedí, un filo oscuro que aparece cuando entiendo que su corazón tiene un lugar para todos excepto para el mío.

Es extraño amar así, dar hasta lo que no tengo y recibir un silencio que pesa más que cualquier palabra.
Ver cómo se desborda por otros, mientras yo aprendo a contener mis propias grietas.

Y aun con todo, aquí sigo, intentando no odiarla por no elegirme, intentando no odiarme por seguir esperando.
Porque lo más triste no es que no me quiera, sino que yo, sabiendo todo esto, todavía no sé cómo dejar de quererla.