Ocho años

Ocho años….. y no sé nada de ti. Ocho años de vivir con esta herida, de inventarme esperanzas que nunca tocan mi puerta.

He soñado contigo mil noches y en mil días no he dejado de pensarte.

Intento amar a alguien más, pero es tu sombra la que duerme en mi pecho.

Tú, que fuiste mi primer amor, el que me enseñó lo que era sentir aunque jamás dijeras si era mutuo.

Quizá la edad fue un muro. Quizá la religión, otro más. Quizá nunca me amaste.

Pero yo sí. Desde el primer momento. Desde que tu mirada me hizo temblar por dentro.

Lloré por ti. Te busqué. Esperé señales que nunca llegaron. Y mientras tanto, me olvidaba de mí.

Hoy entiendo que ese hilo invisible, el que se enreda en mi alma, me está ahogando.

Hoy siento que es hora… Hora de soltar. Hora de amarme. Hora de dejar de elegirte a ti, cuando tú nunca me elegiste.

Quizá ya amas a otra. Quizá ya sonríes mirando otros ojos.

Y yo no soy esa persona. Y aún así…no te maldigo. Te deseo el bien, aunque me duela hasta los huesos.

Y duele. Duele no sentirme amada. Duele ser siempre segunda opción, ser mirada como cuerpo y no como alma. Duele caminar por la calle y no sentirme visible. Duele ser invisible, incluso en los lugares donde grito en silencio.

Quizá el amor no es para mí. O quizá… Quizá el amor de mi vida soy yo. Y estoy aquí, buscándome en los rincones equivocados. Quizá Dios quiere que entienda que hay un amor que no falla.

Que antes de ser elegida por alguien, debo elegirme a mí. Y aunque me siento rota, aún tengo el corazón latiendo.

Y eso basta. Basta para empezar de nuevo. Basta para amar, sin rogar. Basta para sanar.