Soy un objeto escondido. Paso desapercibido por todas y cada una de las personas que han pasado por esta casa. A veces siento que me están por tocar, pero eso solo sucede cuando Clarita viene a limpiar mi zona de la vivienda, reviviendo en mí un brillo original. Ella es la única que me ve y me toca, pero no sabe ni qué soy, ni qué podría hacer conmigo, pero me limpia permitiéndome brillar, por lo que siempre le estaré agradecido. Quizás algunos me miran, pues estoy en un lugar muy obvio donde pasan constantemente, pero solo soy para ellos un pequeño objeto más dentro de un panorama gigantesco. A nadie le intereso tanto como para acercarse a observarme en detenimiento, ni para preguntar mi razón de ser.
Me apena no poder cumplir mi función. Me entristece porque sé que con otras personas sería de mayor utilidad, pero me ha tocado esta casa. Llevo tantos años en estos estantes que mi llegada es una pequeña mota de polvo en mi memoria. En las tardes, cuando el sol se cuela por la ventana reflejando en mí colores asombrosos, suelo imaginarme diferentes situaciones, como que me adquirieron en una tienda, felices con todos los usos que iban a darme (que nunca ocurrieron, o sí, pero solo al principio); que pude haber sido un regalo hecho por algún conocido que no sabía el poco uso que esta gente iba a darme; o quizás solo estoy aquí desde el principio de los tiempos y mi fin sea este: mi mera existencia. Cualquiera sea la manera en que llegué a este sitio, muy feliz aquí no estoy. No tengo movilización propia, sino ya me hubiera ido. Tampoco tengo vida en sí misma, por lo que estaré aquí, quieto y estático, esperando que algún ojo curioso se pose en mí y me dé la satisfacción de ser visto, aunque sea por un minúsculo instante.
No estoy resentido ni embroncado con la familia que me posee. Es una mezcla de sentimientos complejos. No saben sobre mí. Jamás se han tomado el tiempo de conocerme o de aprender a usarme, por lo que con ellos no puedo estar enojado. Muchas noches, cuando me abraza la tristeza y todo el color que reflejo es nulo, me pongo a pensar que existir en mi plena consciencia no es un castigo, ni mucho menos un regalo de los dioses; simplemente es mi última verdad.
Si te gustó este post, considera invitarle un cafecito al escritor
Comprar un cafecitoRecomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión