Nunca tuve un cumpleaños

Desde hace un tiempo, tal vez años, tal vez toda mí vida no me siento contento de ir a las reuniones. Esas reuniones en las que asisten mis padres, de su religión. Comencé en este lugar desde que nací, estuve toda mí vida hice amigos. Pero los amigos con el tiempo se van. Se van cuando realmente se dan cuenta que yo no pertenezco ahí.

Debo admitir que hubo muchas medidas que me parecen exageradas como las personas bautizadas, una vez lo hacen si se arrepienten se supone que todas las personas de esta organización deban ignorarlos. Incluyendo su familia.

Sinceramente, es algo que siempre me dolió Y una de las razones por las que decidí nunca hacerlo. Siendo por esto probablemente la decepción de mí familia, es algo complejo pero de cierta forma quieren que entienda que deben amar mis padres más a Dios que a su propio hijo, y es duro, es duro para mí.

Cuando pasan esos días, en los que debo ir pero no quiero me preparo, me pongo lindo uso mí mejor ropa la mejor que tengo, e intento no pensar. Porque mientras menos lo haga mejor será.

Eso a veces falla, pienso y lo hago demasiado como si estuviera eternamente expuesto a personas que quieren juzgarme y en secreto me odian, mí cerebro repite las frases una y otra vez "Tienes que irte" "No te quieren aquí"

En uno de esos días, en los que me vestía lindo empecé a sentirme muy mal. No quería ir, se lo dije a mí mamá y a mí papá, mí papá fue agrio.

—Estas muy grande para esto, no te hagas el tonto, no eres un niño. Maria lo estás malcriando mucho.

—... —No pude hacer nada, nada más que callarme y no contestar mí boca estaba cerrada y mis ojos llenos de lágrimas. Odiaba ir, lo odiaba con cada fibra de mí cuerpo.

Papá nunca me hacía caso, y si lo era mayormente era para decirme cosas, ordenarme o lo que sea.

¿Alguna vez tuve una buena charla con él?

Hice caso omiso, especialmente por la insistencia de mamá, agarre mí cartera y me elegí un vestido rojo. Estaba todo despeinado , sin embargo fui igual mientras lloraba. Siempre pensé que lo hacia de manera rara con aquellos sonidos, sonidos que hacía cada vez que me sentía hundido en lo trágico, esos sonidos no paraban.

Fui y todos me escucharon, mamá me escucho me dijo que no hiciera ruido que era una exagerada que hiciera silencio, prácticamente me estaba. Me sentí tan mal por no dejar de pensar en todo que les dije que iba a ir al baño, les dije eso. Para luego prácticamente tomar mis cosas y escapar.

Y ahí estaban los demás viéndome huir, viendo cómo me iba sin saber lo que ocurría, mí mamá me siguió a lo lejos, no quería hablarle y le conté cómo me sentía y fingí entenderme, y dijo que era mí papá el que decía esas cosas.

Eran los dos y siempre fueron los dos, les gusta fingir entenderme cuando ellos lo saben y yo lo sé, nunca lo harán. Y probablemente no dejaran de hacerlo hasta que me vaya de casa.

Pero no son malos padres, solo no lo sé, tal vez todo sería más fácil si hubiera tenido otro hermano o algo por el estilo, pero no.

Hace poco, por primera vez hice amigos, amigos a los que puedo explicarles todo, y aunque aún me cueste mucho el hablar, me siento más feliz y entienden mí dolor. Me consolaron con abrazos con palabras de apoyo con todo, y verdaderamente me siento muy afortunado, afortunado por todo esto y por ellas, por tenerlas. Aunque no sepa si en verdad durará, si la universidad nos separa o lo que se aque vaya a pasar.

Este año fui a mí primer cumpleaños, y también me dieron un regalo "lo mucho que amé" así se titula el regalo que me dio una amiga. Juro que casi llore.

Así que supongo que esto se trata de esperar, así como espero el verano, esperar para ser yo. Para sentirme bien y no tener la culpa arraigada en la carne, o esa vez que fui a un cumpleaños a escondidas, o cuando yo hice uno, es duro pero deseo hacer lo mejor.