Te debía un poema,
de esos con el corazón descalzo,
los que se escriben sin ropa,
sin miedo,
sin tiempo.
Desnudarse es atreverse a hablar con el corazón.
Te lo debía cuando estabas,
pero me temblaban los bordes.
Callé.
Siempre tuve miedo.
Me escondí detrás de mi fuerza
mientras vos me mirabas
como si supieras
que ahí adentro vivía algo
con las costuras expuestas
que era tuyo.
Y te lo debía.
Fui fría.
Me alejé.
Exigí.
No era falta de amor.
Era miedo.
Era ese pánico estúpido
de mostrar lo que arde
y que no te guste el fuego.
Miedo de que huyas.
Como todos,
siempre.
Hoy es tarde.
Y aún así,
te escribo.
Porque aunque no me leas,
aunque yo no sea para vos,
aunque ya estés lejos
y en paz, o buscándola,
quiero que el mundo sepa
que hubo un hombre
que me amó tanto
Que no le creí.
que me animó
Que me dio paz
que fue todo
aunque yo te haya roto.
Tal vez no puedas leerme nunca
Pero sé
que sabés.
Porque los corazones que se amaron de verdad,
se entienden en silencio.
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