ahora lo sé,
nunca fue espacio lo que pedías,
era libertad disfrazada de piel de cordero,
era la excusa perfecta
para enredar tu boca en otra,
mientras yo sostenía
el espejismo de tu cansancio
y me decías que necesitabas respirar,
cuando en realidad querías escapar,
soltarme como lastre
para probar el aire de otros lugares
entendí tu separación,
aunque duela como sal sobre la herida,
no era ausencia,
era deseo ajeno,
y yo fui el puente que rompiste
para cruzar hacia lo prohibido
me parte aceptar que fue así,
pero gracias,
sí, gracias,
por mostrarme sin máscaras
la cara cruel de lo que llamabas amor
ahora cargo la verdad,
no como alivio,
sino como cicatriz
arde, pesa,
pero al menos es mía
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