Nuestros fantasmas

Qué locura la mía, que en las noches un sueño forma parte de una portada ideal, en un libro que ya no escribo, pero que con cada huella de tinta me arruga las páginas... Me envuelve.

Me convierto en protagonista trágico, que muere, por la causa más común de un adolescente: El amor. Pero no cualquier amor: El primero, que no será el último.

El sueño me remonta una promesa, que más que una promesa rota es un espejo del amor que un día hubo, tan fuerte como para usar de juramento, que un día..... Un día que no llegó ni llegará, una palabra amarga que quedó instalada en mi garganta, Ya basta.

Porque si el amor era tan fuerte, y tan bueno.... Sólo fue porque en el camino nos olvidamos de las maldades, de las traiciones y de los secretos.... De opiniones y palabras escondidas tras el muro que rompía el enlace.

Pero todavía existe este mundo. Este lugar en el que nuestros fantasmas no persiguen la felicidad, ni se lloran la pérdida del amor, un lugar que más que ideal, refleja la realidad que hubiéramos sido, si no hubiéramos nunca sido lo que fuimos.

Yo quisiera haberte perdido mucho antes de encontrarte, para no haberme perdido tanto tiempo buscando... Anhelando un amor hacia mi propio ser, yo quisiera no haber estado entre tus brazos ni haber conocido tu aliento sobre mis labios. Yo quisiera tantas realidades en las que existimos juntos y no como dos extraños que un día se conocieron demasiado bien.

Pero en los brazos de alguien más, dejé tu fantasma junto al mío en ese universo de los quizás, de las esperanzas cumplidas sin tanto llanto, ni vacío.

En otros besos que me guardan el aliento, aprendí a reservar mi amor, mi amor tan profundo como obsesivo. Mi paz y mi guerra.

En otros brazos que me sostienen en un nuevo paraíso, donde sólo eres una brisa de viento que casi no percibo, ni me estremezco.