¿Recuerdas
el cerezo que plantamos,
ese que adorna la fachada de la casa,
en el que nos refugiábamos
aquellas tardes de otoño?
¿Recuerdas
haber subido a esa cima,
recostarte bajo un cielo cuajado de estrellas,
mientras el silencio nos cobijaba?
¿Recuerdas
ese día lluvioso
en el que, nervioso,
te pregunté si querías pasar toda una vida a mi lado,
y prometí que nada nos separaría?
¿Recuerdas
las escapadas nocturnas
a destinos nuevos,
el estéreo a tope,
en el auto viejo?
¿Recuerdas haber
visitado esas playas
de arenas blancas
y aguas cristalinas,
y nadado en ellas?
¿Recuerdas
el paso de las estaciones,
de los preciados años,
acompañar a los niños a la escuela,
escuchar su risa inundar los pasillos
y luego verlos abandonar el nido?
¿Recuerdas decir "te quiero"
antes de apagar las luces,
antes de que la vida nos alejara?
Recuerdo
esa lúgubre noche
en la que te besé en la frente,
en la que sentí que tu calor se iba,
en la que te esfumaste en mis brazos.
Y ahora, amor,
mi cama está ancha
y las mantas vacías.
Mis huesos resienten el frío,
y yo, me pierdo
leyendo tus libros,
intentando encontrar un rastro tuyo
entre las palabras.
El tiempo juntos
no fue suficiente,
pero en mi cabeza es eterno.
Y sé que,
cuando llegue el momento,
volveré a ti.
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