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Nuestro caso empírico

Sep 28, 2024

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Nuestro caso empírico
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Esta semana llegó como cualquier otra: imprevisible, que resultó sorprendente. En esta semana me tuve que poner un freno.

Con incredulidad y casi de manera desconcertante, ocurrió lo que anticipabas. Habíamos previsto los hechos, releyendo antecedentes y siendo analistas del drama. Vos te habías creado ilusiones, que acto seguido me ilusionaban a mí. Estudiamos el caso detalladamente, reflexionando sobre cada punto candente, inventando teorías y adelantándonos a conclusiones apresuradas. Confieso que para mí todo era una utopía, y las dudas e intrigas que tenía eran justamente aquello que no se podía preguntar.

No volvimos a hablar del tema.

Hablábamos de otra cosa porque nos pasaron otras cosas. Entre ellas: alejarnos.

Pero al final ocurrió lo que pensabas. Al final acertaste, aunque sea en su mayor punto. Inevitablemente me acordé de nuestra conversación, del estudio y de las fantasías por ese hecho tan esperado. Porque yo sentía que era una cuenta pendiente. Y vos también, porque sabías que eso me iba a hacer feliz.

Y me entristece. Me entristece porque te lo quiero contar todo. Te quiero relatar el cuento minuciosamente como siempre lo hicimos juntas. Mascullando entre risas, tapándonos la cara y revolcándonos por todo el cuarto de la emoción. Porque el hecho me emociona, lamentablemente me ilusiona, y me genera bienestar.

Y entonces caigo en el dolor. Me duele no poder compartirte este estado de éxtasis, de estar embriagada frente a esto que habías adelantado como una bruja que todo lo sabe. De no poder expandir la sensación de este cuasi delirio, y tener que guardármelo para mí sola.

Esta semana me tuve que poner un freno para no hablarte. Me contengo retorcidamente, haciendo presión hacia mí misma cual cadena autoimpuesta. Y me reprimo y apaciguo estos impulsos indeseados, cortándome la lengua al medio y apretando los nudillos. Termino desangrando, porque no estuviste ante la falta de este bienestar. Porque te fuiste antes de que el hecho culminara y por fin se demostrara toda la evidencia.

Y mientras pataleo en mi cama y le susurro a mi cabeza cómo te contaría todo, lo feliz que te pondrías y lo fuerte que me abrazarías, en cierto modo te agradezco:

algo de razón tenías.

Rocío Butman

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