Nota al margen

No voy a nombrar lo que mancha ni lo que lastima, porque lo nuestro no fue ruidoso. Fue una certeza que se desarmó despacio. Yo llegué abierta, sin defensas, y vos ya tenías bordes, aunque los disimularas con gestos suaves. Nadie me explicó que algo filoso también puede parecer abrigo. No escribo para señalarte ni para limpiar culpas: esto es una nota privada, una página doblada de algo que pasó. Me quedé más de la cuenta porque confundí vértigo con sentido y permanencia con intensidad. Aun así, no reniego de haberme quedado. Fui sincera incluso en el error. Si alguna vez caés en estas líneas, no las leas como reproche: son apenas la forma que encontré de acomodar lo que sobró cuando entendí que querer también es saber irse sin hacer ruido.