nombrar la ternura no la hace venir
¿no la hace venir?
si digo
compartir una manta con una persona amada
¿no viene?
si te hablo de la primera vez que tuve a upa a mi hermano o de
una canción de cuna, susurrada con dulzura
¿no la ves más cerca?
si llamo a mi abuela por teléfono y me dice hola mi amor
si me corta y me dice chau mi vida
si te saco una foto rodeada de flores
si te ofrezco un mate ni bien nos despertamos
¿tampoco?
si nombrar a la ternura no la hace venir
si tampoco decirla
habrá que fabricarla con estas mis dos manos
con estas cuatro manos
(las mias, las tuyas)
agarrarnos y caminar o tan solo
tomarnos mutuamente y disfrutar de eso, solo
un movimiento circular de mi pulgar sobre el tuyo, solo
una cosquilla y mi cuerpo
doblándose sobre sí mismo.
si con decirla no viene la ternura
habrá que llamarla
habrá que construirle un hogar para que no se vaya más
con nuestras manos juntas o nuestros cuerpos pegados o nuestros ojos
mirando al mismo lado
hacerla sin más
como se hace un pan como
se cuida una huerta, se la riega, se ve crecer su fruto
para después arrancarlo sonriendo
para después cortarlo y cocinarlo, pacientemente, tarareando alguna canción,
para después volver ese momento una ceremonia:
comer despacio, solo por la sensación de disfrutarlo más.
hacer la ternura, si no viene
obligarla, dulcemente, a que se quede
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