Recuerdo el campo estrellado que nos
rodeaba aquella noche en la que tus
demonios me enfrentaron.
Recuerdo lo gris que se volvió todo,
y el cristal que cubría mi pecho crujir.
Quizás espere demasiado de unas manos
agrietadas que repiten un patrón sin cesar.
Quizás espere demasiado para un
corazón agrietado que no sabe amar.
Aún recuerdo el dolor en tus ojos,
aquellos que se disculpaban
por sus acciones.
Tantas personas me advirtieron de
quién eras incluso antes de que
cruzáramos palabras.
Alguien sin corazón, dañino y un amante roto.
Preferí seguir lo que tus palabras me decían,
guiándome a un encierro incierto
en el que los sentimientos se
convirtieron en un infierno.
Recuerdo sentirme herida por alguien
cuya alma solía conocer.
Entonces aquí estamos,
siendo dos completos desconocidos que
en un pasado se amaron hasta destruirse
y convertirse en trozos de rocas
que ahora son historia.
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