Cada día tu sombra amenaza mi casa, golpeando los muros como cada madrugada. Abro la puerta y ahí estás, con tu sonrisa y esa mirada que no me deja descansar. Entras como si nada, tomas todo y lo dejas en cualquier lugar. Luego te vas y antes de cerrar la puerta volteas hacia mí rincón. Supe lo que querías decir sin palabras, y el ruido de la puerta anuncia tu silencio.
Me siento y lloro, recordando aquellas tardes de otoño. Llego a mi habitación y me hundo en el sueño, pensando en que volverás, como cada día desde aquella noche de noviembre.
-S.R
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