“No voy en tren, voy en avión” es un tema de Charly Garcia que me acompañó mucho en el final de la adolescencia. El nombre hace alusión a la rapidez. Cuando la escuché, automáticamente me sentí identificada con la música y de repente se vinieron a mi cabeza dos eventos muy específicos: El primero, cuando la profesora de matemática en segundo año del liceo me dijo que era “rápida”, ella nos estaba enseñando báscara y yo, que ya lo había aprendido en casa, logré resolver la ecuación un tanto antes que mis compañeros. El segundo, más o menos un año después, cuando mi primer exnovio me adjudicó el mismo adjetivo pero por otra razón, en una de esas discusiones llenas de ira y dolor de primeros corazones rotos, cuando te das cuenta que por suerte llegó otro, más lindo y que te trata mejor. Recordar estos eventos me hizo reír mucho, una nostalgia linda.
Hoy en día todo de alguna u otra manera está diseñado buscando adaptarse a lo dinámico: los aviones, los autos, los trenes y todos los medios de transporte. También la comunicación: los mensajes, los videos, las redes sociales. Todo adaptándose al dinamismo para poder ir más rápido.
Y ya verán, no es mera casualidad que el adjetivo rápido solo adquiera conjugación negativa cuando se trata de una mujer que está yendo más rápido que un hombre. De eso me di cuenta un par de años más tarde, pero creo que es interesante tenerlo en cuenta. Y que la próxima vez que llenes tu curriculum puedas pensar: proactiva, responsable, dedicada, blablablá, y rápidA. Si, rápida por inteligente, rápida por sagaz, por resiliente, y sobretodo, por no quedarse ni un rato más donde ya no da.

Lucía
Me animé a publicar cuando leí que escribir, publicar y que te lean es la combinación salvadora. Uruguaya.
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