No todo es blanco o negro: una reflexión sobre el aborto en víctimas de abuso
Jul 9, 2025
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No todo es blanco o negro: una reflexión sobre el aborto en víctimas de abuso
Hoy quiero hablar desde un lugar diferente.
No desde los versos ni desde la poesía que suelo compartir, sino desde algo que me toca profundamente, algo que quizás incomode, pero que necesita ser dicho: el aborto en mujeres y niñas que han sido víctimas de abuso.
Sé que es un tema sensible, sé que hay muchas opiniones distintas, y no busco imponer la mía. Solo quiero compartir una reflexión, con respeto, desde lo que he visto, sentido y comprendido.
He sido testigo de una situación muy dolorosa, en la que una niña, abusada por alguien cercano, quedó embarazada. Desde fuera, muchos dijeron: “Ese niño no tiene la culpa”, y es verdad., pero pocos pensaron en ella, en su salud mental, en el trauma que revive cada día. Para ella no era solo un embarazo, era una herida que no dejaba de cerrar. Era revivir el dolor, cada día, con cada movimiento, con cada mirada, con cada silencio.
Y entonces vienen las preguntas que casi nadie se atreve a hacerse:
¿Es justo que una víctima tenga que cargar con algo que nació del horror?
¿Es justo que se le obligue a continuar con una vida cuando ni siquiera ha podido sanar la suya?
¿Y ese niño, qué vida le espera si su llegada al mundo está marcada por el rechazo, el dolor y el silencio?
Muchos dicen que toda vida es sagrada y sí, puede que lo sea.
Pero, ¿quién protege la vida de esa niña? ¿Quién cuida su salud mental, su estabilidad emocional, su futuro?
Porque no es solo “tenerlo y ya”. No es tan simple como muchos lo quieren hacer parecer.
A veces ese embarazo es una tortura. Cada día que pasa es una cuenta regresiva hacia un momento que la víctima no desea vivir. Y después, cuando ese niño nace, ¿qué pasa? ¿Se borra el trauma? ¿Todo se arregla con amor? Ojalá fuera así, pero no. Muchas veces ese niño crece en un entorno hostil, lleno de dolor, de culpa, de rechazo, no por él, sino por las circunstancias en las que fue concebido. Es una verdad dura, pero es una verdad que existe, a veces nadie quiere hablar de esto, porque es incómodo, porque es tabú, pero el silencio también duele, el silencio también mata.
La sociedad es muy rápida para señalar, para juzgar, para exigir que se cumplan ciertos valores. Pero es muy lenta para abrazar, para entender, para acompañar. Se juzga a las víctimas que abortan, y también a las que deciden tener al hijo y no pueden amarlo. Se las juzga por todo. Pero muy pocas veces se les pregunta cómo se sienten, qué necesitan, o si quieren seguir viviendo.
He escuchado a muchas personas decir “yo no podría abortar, así me violaran”, y lo respeto. Pero una cosa es no poder, y otra muy distinta es obligar a otra persona a no hacerlo. Nadie puede hablar por la herida de otro. Nadie puede entender lo que se siente llevar dentro un recuerdo tan oscuro convertido en vida, y no es falta de amor. No es egoísmo. Es dolor puro. Es miedo. Es desesperación.
La mente humana es muy frágil. El abuso ya de por sí deja marcas profundas, pero continuar con un embarazo forzado puede llevar a una destrucción interna aún mayor, muchas mujeres se quiebran, muchas niñas pierden su infancia para siempre. Muchas terminan con pensamientos suicidas, algunas se quitan la vida, otras se convierten en madres rotas, criando con una herida abierta que nunca nadie ayudó a sanar.
Y sí, el niño tampoco tiene la culpa, eso es cierto, pero ¿quién va a cuidar de él si la madre no puede? ¿Quién va a amarlo si ella no está emocionalmente preparada? ¿Quién lo va a proteger del rechazo, del estigma, de la violencia que a veces viene del propio entorno? ¿Qué vida le espera realmente?
No estoy diciendo que el aborto sea la mejor salida para todos los casos. No. Lo que estoy diciendo es que debe ser una opción posible, segura, sin culpa, sin odio, sin juicio.
Cada historia es única, cada víctima siente distinto y nadie tiene derecho a decidir por ellas.
No todo es blanco o negro. La vida está llena de grises.
Y en medio de esos grises hay niñas, adolescentes, mujeres, tratando de sobrevivir como pueden.
No necesitan más dedos que las apunten. Necesitan manos que las sostengan que las abrasen.
Este texto no es para convencerte.
No es para ganar una discusión.
Es simplemente mi voz, mi experiencia atraves de lo que me tocó ver.
Quizás lo escribo para que quien esté pasando por algo así sepa que no está sola.
Quizás lo escribo para que alguien que juzga, se detenga un segundo antes de hablar.
O quizás solo lo escribo porque hay verdades que aunque duelan, deben ser dichas.
Gracias por leer con respeto.
Gracias por intentar entender, aunque no compartas.
Porque si no hablamos de estas cosas, si no miramos lo que duele, nada va a cambiar.
Ninguna historia debería ser ignorada solo porque incomoda.
Ninguna víctima debería sentirse culpable por querer sanar.
Y ninguna mujer debería ser obligada a callar su dolor para que otros se sientan cómodos.
Ojalá algún día vivamos en un mundo donde antes de opinar, aprendamos a escuchar.
Donde en vez de señalar, abracemos.
Donde el respeto no dependa de estar de acuerdo, sino de reconocer la humanidad del otro.
Porque hablar también es sanar.
Y decir lo que duele no es debilidad: es valentía pura.
Gracias por leer con el corazón abierto.
Besitos, bye bye 💫💖
┃𝓐𝓭𝓮𝓵𝓪𝔂 🌷

Just Me, Writing
Este espacio nace del corazón. A veces soy yo, a veces personajes. Poesías, versos y emociones que fluyen sin filtros. Solo sentir, escribir y ser. Besitos, bye bye 💋
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