No tengo ideas claras

No tengo ideas claras, ni siquiera tengo ideas. Hay jirones, impulsos y bloques de arena que yo misma soplo y pisoteo, después de construirlos. Tengo un conejo en el pecho, que susurra con miedo algunos versos, que salta de alegría y que elije con un alma blanca, esas pocas ideas claras.

Muy por debajo de mi plexo, habita una pantera negra, oscura de deseos reprimidos, voraces, fugaces y que aún saciados, nunca son suficientes. La brújula de mi vida se ha quedado sin pilas, se cayó tantas veces que perdió el norte y las agujas. Deshilachados quedaron mis puntos cardinales, de tantas promesas incumplidas.

Ella quiso hacer de la arcilla, un hogar sin prisa. Yo quería un puñado de placeres efímeros y desempolvar mis alas hacia un abismo desconocido. Le prometí un castillo de pisos de arena y paredes de viento Chorrillero. La pantera se comió al conejo, rugió adentro, devoró mi baqueteado cuerpo y nuestros anhelos. Las cadenas eran firmes como las plumas del hornero, después de algunos tirones, la pantera rugió de placer y de pena.

No tengo ideas claras, ni siquiera tengo ideas, solo migajas de sueños agujereados de tanto ser procrastinados. La vida me pone a prueba, no puedo comer todo lo que está servido sobre la mesa. Respiro hondo, quisiera masticarlo todo.

No tengo ideas claras, ni siquiera tengo ideas, sólo una mariposa alada que pide a gritos ser rescatada. No tengo ideas claras, apenas tengo una corbata mal anudada, sobre el manojo de tus palabras silenciadas. No tengo ideas claras, ni siquiera tengo ideas, solo un par de orgasmos húmedos; recuerdos de nuestra habitación amarilla y sus cortinas agrietadas. 

En las tripas de nuestros dolores rebobinados, remiendo el ojal de este amor destejido. Puntada a puntada, bordo una luz de esperanza y de alivio.