No soy presa del pasado,
sino presa de los pensamientos que me devuelven a él.
De las huellas que quedaron marcadas de caminatas pasadas.
Señales que llegaron más tarde de lo acordado.
Estrellas vistas cuando ya estaban muertas.
Brillos que me cegaron tanto que recuperé la vista luego de años.
Órbitas que siguen mientras yo me detengo, observando atrás.
Un futuro incierto me pesa y atormenta cada noche,
haciéndome preguntar si alguna vez seré alguien.
Me aferró a la juventud con temor de que se vaya tan pronto que la libertad se escurra entre mis dedos.
Puedo oír los murmullos de mi familia,
diciéndome que jamás seré alguien.
La diferencia de cuando era niña es que ahora puedo entender todo.
Entiendo cada palabra que sale de la boca de las personas.
La vida se convirtió en una tortura,
mientras antes no era más que divertida.
Mientras antes vivía, ahora sobrevivo.
Las cicatrices recorren cada extremo de mi piel.
Pozos sin fondos en los cuales solo se ve la oscuridad.
La noche es tan silenciosa que es el único rato en el que puedo sentirme refugiada.
Mi casa pasó de ser mi hogar a un océano lleno de lágrimas.
Nadie logra hacerme sentir completamente cómoda.
Así como no logro ser alguien para otro.
Vivo en la soledad que me acompaña cada día,
aferrándose a mi mano sin tocar nada.
Cada palabra me hace sentir vacía de conocimiento,
viendo a todos saber el doble de lo que yo siquiera puedo entender.
Mi camino es ciego, mientras lo sigo sin saber a dónde voy.
No tengo destino, compañía o refugio.
Solo soy yo.
Si te gustó este post, considera invitarle un cafecito al escritor
Comprar un cafecitoRecomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.


Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión