No puedo hacer que te quedes,
pero te puedo convertir en poesía.
No puedo hacer que me quieras
con toda la fuerza del mundo,
pero puedo pintar los recuerdos.
No puedo hacer que yo sea tu favorita
y que vuelvas.
Puedo crear el mundo con palabras,
las que me gustaría que me dijeras.
También podría inventar la intensidad,
los movimientos, las formas, los tonos,
los colores y la fuerza,
el color del sol, la altura y el lugar exacto de mi cuerpo
donde enganchaste tus manos.
Pero ¿para qué inventar un lugar a dónde huir,
si aunque vuelva a donde soy realmente yo,
no está todo lo que creé?
Ya no es divertido, es patético y cruel
esperar algo que sé que nunca vendrá:
de vos, de mí y de soñar,
cosas que nunca fueron ni serán.
No cuesta nada soñar un rato.
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