No saber amar es de nenazo

Esa postura de “ay, no sé amar” es una de las excusas más pobres que alguien puede usar para justificar ser un desastre afectivo. ¿Qué significa eso, realmente? ¿Que no podés tratar a alguien con respeto, cuidado y empatía? Porque decir que no sabés amar no es una declaración inocente: es un intento barato de desligarte de toda responsabilidad emocional.

Todos nacemos sin saber amar. Nadie tiene un manual bajo el brazo para construir vínculos perfectos, pero ahí está el punto: se aprende. Si realmente te importa alguien, te esforzás, te equivocás, pedís perdón y seguís adelante intentando ser mejor. Esa actitud de “no puedo, soy así” no es más que una pantalla para esconder egoísmo y falta de voluntad.

Es fácil caer en el rol de víctima, en ese “pobrecito yo, no entiendo cómo funcionan los sentimientos”. Pero al final del día, no se trata de no saber amar, sino de no querer aprender. Y eso no te hace profundo ni misterioso, te hace un nenazo. Madurar no es fácil, pero quedarse en la comodidad de ser un pelotudo afectivo tampoco es una solución.

Aprender a amar es una decisión, y no hacer el esfuerzo es un acto consciente.

Y la postura de, ya amé, no me valoraron, ahora no puedo amar más

¿Y esa? ¿Qué hacemos con esa pose trágica de “ya amé a alguien, y ahora estoy emocionalmente incapacitado para amar de nuevo”? Es como el colmo del drama autoimpuesto.

Que te rompan el corazón duele. Nadie dice que no. Pero quedarse en esa pose de mártir eterno y usarlo como excusa para lastimar a otros o evitar cualquier tipo de vínculo sano es, francamente, patético. Si te sentís tan “incapacitado” para amar, entonces no te relaciones más con nadie. No metas a otros en tu bolsa de miedos no resueltos.

Si no podés ofrecer algo genuino, ¿para qué te involucrás? Porque, duele no superar a alguien, pero duele más que te hagan sentir como un reemplazo. Entonces, si no podés dar lo que el otro merece, mejor quedate solo. Hacé el trabajo interno, resolvé tus temas, y después pensá en construir algo real. Pero mientras tanto, no lastimes a alguien más solo porque no sabés estar solo vos.