La rutina comienza de nuevo, los días se sumergen en una prisa continua por no llegar tarde a un lugar al cual todos quieren llegar, veo como siguen los pasos de las personas delante de ellos y como otros los rebasan para estar antes. Yo también adopto un ritmo, en vez de caminar empiezo a correr, la velocidad se contagia a mis pies y a mi conciencia; no me quiero perder de nada.
Solo basta observar el rostro de cada persona para saber que tan tarde va, que prisas lleva y porque parece una competencia por llegar. ¿Llegar a dónde?
No lo sé, yo también huí. Me fuí tan lejos como pude, después de todos los kilómetros me parece insuficiente. No hay avión, coche o transporte que me quite esta incertidumbre de no saber si voy a llegar a ese "lugar". Ahora mismo no quiero irme, quiero ausentarme de toda la racionalidad y vivir en mis pensamientos, construir una casa con mis lágrimas y comprar un hogar con mis escritos. Pero eso no sucede en un lugar a prisas como lo es la ciudad: ahí todo parece valer tan poco, que hasta las tardes rosas son fugaces, que el cielo se cubre de smog y uno tiene que buscar belleza en la cotidianidad, para soportar la vida. Una vida cuadrada que te atrapa y te envuelve, que al despertar notas que han pasado 4 años o más en un sitio en el cual ya no deberías estar, por eso yo deseo irme. Deseo agarrar mi bolsa y meter solo mis escenciales: agua, lapicero, una libreta cosida con hojas blancas y un mango. No dejar recado algo e irme a vagar, subir cada montaña en el mundo y verme desde ahí para tirarme a cada precipicio y volver a caminar las carreteras con el calor ardiente para terminar en la playa o en el desierto. Luego desaparecer, no me malentiendan, no quiero que alguien tome mi voluntad o esconda quien soy. Solo quiero irme a un lugar fuera de esta vida que ya tengo, de este mundo al cuál ya pertenezco, a ese lugar al cuál todos temen pero siempre llegan.
No es una sorpresa que muchos adelanten su llegada, yo los entiendo. Es más hasta cuestiono a los que seguimos aquí, incluyéndome. Llego a distintas conclusiones: hay algo que nos ata en lo más mínimo y tenemos esperanza. También somos egoistas con este mundo, es una de las maneras de poder sobrevivir, pues si no fuera por ello lloraría cada segundo de mi vida. Lo que aprendemos es apartar la vista, esconder todo rastro de humanidad y tratar de no ser deborados por lo que esta a nuestro paso. Sería mentira admitir que eso es todo. También existen personas que fijan la mirada y no la quitan, que son firmes y no esconden nada, que son valientes apesar de perder siempre. Y eso me hace detener mis pasos. Llegaré cuando tenga que hacerlo, en la naturaleza de esta crueldad y en la simpleza de mi eternidad.

Karla Herrera
Me gusta navegar en mis emociones a través de las palabras, escribo por qué vivo y no hay nada que disfrute más que capturar todo en letras.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión