En el largo extrecho de la existencia, llega un momento en que la duda se asienta en el corazón, oscureciendo la luz de la fe. Nos encontramos atrapados en la ilusión de ser dioses vivos, creyendo que nuestra esencia es eterna, cuando en realidad somos solo carne, efímera y destinada a desvanecerse. Sin embargo, en lo profundo de nuestro ser, hay un miedo que nos aferra a la vida, un anhelo que busca algo más allá de lo tangible.
Dios, ese misterio sublime, trasciende el camino y se manifiesta en un susurro que no puede ser capturado por las palabras humanas. Aunque a veces me aleje de esa senda de paz, siempre siento el llamado a regresar, a reencontrarme con esa serenidad que solo Él puede ofrecer. En un mundo donde los hombres cuestionan la religión y sus dogmas, la verdad es que Dios reside en el corazón, en el silencio profundo de nuestra alma, más allá de las palabras y los juicios de los mortales creer y no creer solo es cuestión de tu persona yo hoy creo pero mañana nose ,
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