Cada día que me mentí y dejé mi vida en unas letras, estaba tratando de no morir. Estaba tratando de pensar que no eras un monstruo. Creer que no hubieras hecho todo lo que hiciste era una forma de sobrevivir.
Estaba tratando de sobrevivir en la más injusta soledad y en el oprobio que me hiciste vivir cuando no me podía defender, en la agonía psicótica que genera el estrés postraumático por abuso psicológico.
No me queda nada. Ya no queda nada de mí. Es la consecuencia de tu abuso brutal y de tu destrucción de una vida entera.
Ya no queda nada de mí. No tenés idea de lo que es que no te quede nada. Si tuvieras una idea, no lo hubieras hecho.
No me queda nada. No queda nada de mí. Solo puedo dejar mis palabras, que como puedo lo estoy haciendo, aunque salga mal. Me queda intentar algo de justicia e irme en paz.
Me has sacado todos los motivos para vivir y me has llevado a un fin racional y cada vez más vacío. Mi vida tiene, cada día que pasa, menos sentido.
Destruiste todo lo que le daba sentido, no queda nada de mí.

¿Dónde está mi vida?
No cualquier vida, yo quería la mía. Las palabras cuando no hay salida, ni las palabras. No puedo más con tanto dolor ni deshumanización.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión