Una especie de sopa espesa.
No, no soy ya uno de los vuestros. Intuyo que no lo fui nunca, aunque quizás las apariencias, quizás mi auto engaño...
Pero ya me ha quedado claro.
Mi hipocresía es otra. Mi prejuicio es otro. Mi estupidez. Mis anhelos.
Hay, es verdad, con quien puedo caminar un rato.
Lo oscuro de mis trazos son la expresión de mis sentimientos con respecto al mundo.
Al modo de un Goya ya abatido y derrotado, en la quinta apartada, en la vejez devastada, sobre los muros que rodean mi vida, pinto los males que observo y les doy tan tristes alas.
Me resisto a la inercia primera y primaria de quedar bien, de ser agradable al mundo: un trovador simpático.
Abandoné ya hace tiempo los juegos florales que inventaba para mis amigos.
Dejo, poco a poco, la sonrisa obligada del salir a la era, cuando, en realidad, el polvo que allí se levanta me asfixia, me desespera.
No atiendo a razones que no sean razonables desde afuera. Ahí adentro, en donde todo es formal hipocresía, mejor tengan para mí la típica frase:
"Ni está ni se le espera".
Dolbach.
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