No voy a olvidarme de tu cara.
Existe, desde mi nacimiento,
la misma estrella que veo
desde tu sillón.
Ordenaste tus ideas, tuviste revelaciones
en el cuarto.
Toda la sangre, las gotas que caían sobre mi pelo húmedo.
Tus pupilas negras no paran de disculparse,
tienen sobre la mesa un cuaderno
y la marca de un beso.
Hiciste tuyo todo el paisaje,
me sacaste a bailar,
entendiste, al fin, mi miedo,
lo inútil que puedo ser cuando
me distraigo.
Ocupamos los mismos intereses,
¿qué va a pasar cuando te vayas?
De todas las calles que cruzaste,
me invadiste una,
o tal vez miles.
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