Mastico ramas,
cortando el brócoli,
el frío
ahora, un poco, me gusta.
Un rato,
los deja quietos.
El cielo se cayó entero
y no nos avisaron.
Desperdicio de horas.
Cronos retrocede.
Quisiera cuidarlos a todos.
La impotencia
me devoró y escupió:
inútil,
me hizo entender
que en realidad
me arrastro,
y choco contra todo.
Mi pecho,
partido en un grito desesperado.
Mis pulmones,
derretidos.
¿Habrá sido el fin de la razón?
No lo pude hacer.
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Damaso
Reside en la eternidad y su reinado vive cuando los relojes mueren. Despiertan los predestinados a ser lo fuera de lo normal por poseer el don de ser portador del bello milagro.
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