No olvidar lo esencial

Es increíble que tenga que escribir títulos de este calibre para decirme que tal cosa requiere atención primordial. Sí, primordial. De primaria. De primero. Lo uno. The one.

Últimamente la pregunta no golpea,

me arranca la retina,

se hospeda incómoda,

me visita en cada casa,

en cada juego,

en cada risa.

Hoy leí un fragmento de Instrucciones para abrir el paquete de jabón Sunlight, de Alejandro Dolina. Decía algo sobre la diversión como evasión de la muerte. Específicamente, escribe:

“Toda alegría no es más que un olvido momentáneo de la tragedia esencial de la vida… Uno juega, retoza y refiere historias picarescas solamente para no recordar que ha de morirse. Ese es el sentido original de la palabra diversión: apartar, desviar, llamar la atención hacia una cosa que no es la principal.”

Ahora que volví al principio, continúo:

Entonces, la pregunta que se asoma es la cuestión del tiempo. El tiempo que se ancla en cada instante, el que no deja nada quieto, el que avanza con ferocidad, con reclamos, con demandas. Una exigencia al despertar, una invitación forzosa al desayunar, un gesto ofensivo en el almuerzo; tragos amargos. El tiempo en todos lados, en todas sus formas.

Apresurándonos. Apresándonos. Aprisionándonos. Apesadumbrándonos.

¿Qué hacés acá? ¿Qué valor tiene esto? ¿Qué siento cuando está sucediendo? ¿Qué conversación podemos tener con esto que ocurre?

Estás ahí. Estás respirando. ¿Estás?

Ustedes tendrán sus respuestas. Yo las fui buscando; a algunas momentáneamente las atrapé. A veces quedan ahí, suspendidas en el aire, mostrándome un detalle, una noción, un recuerdo. Tengo una estantería de palabras ordenadas desalfabéticamente. Muchas otras aún no traduje ni enuncié.

Estamos acá para no olvidar.