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No necesitamos un ranking

Dec 25, 2024

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No necesitamos un ranking
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No hay una red social como Twitter. No hay un producto como tal. No existe. Es la plataforma en la que más me divierto y en la que más recursos expresivos encuentro. Configura hasta mi manera de pensar, es decir, en el sentido de cómo estructuro una idea para expresarla de la manera más contundente posible, más graciosa y más persuasiva. Esa fue la lógica que tomó esta red social desde su concepción: texto limitado, ideas cortas, expresiones voraces e incisivas.

Soy un adicto a Twitter. Me divierte muchísimo. La encuentro muy natural, espontanea, creativa, original, vuelca todos los recursos de internet en una publicación de 280 caracteres. Potencia la expresividad del meme y la imagen, hasta produce en sí una estructura literaria que me parece sumamente increíble.

Inclusive pese a la desagradable monetización impuesta por el nuevo dueño, la repugnante cantidad de publicidad de criptomonedas, casas de apuestas, pornografía y personajes “incels” que son bots pagados por el requecho más putrefacto de la política. Personalmente puedo correr la basura de mi inicio, me divierto leyendo lo que me gusta, pero reconozco que la lógica de la red social ha cambiado, principalmente desde la posibilidad de poder pagar para acceder a beneficios que tienen poco, por ahora, que ofrecer.

Twitter es la superación de los foros. Quizás, para no restarle valor e importancia en el rol de esos antiguos espacios que marcaron la integración de gran parte de nosotros con el universo social que nos ofrecía internet y que nuestros padres tanto temían, previo a la existencia de las estafas, las ganancias mensuales en dólares y los turnos privilegiados en la seguridad social, Twitter es la integración completa de las lógicas de los conversatorios en “topics” con las lógicas comunicativas de la actualidad. Es por eso, muy probablemente, que funcione principalmente en un grupo etario perfectamente marcado.

La lógica intrínseca de esta red social es lo que más me fascina. El lenguaje, los “códigos”, las construcciones y jerarquías que el uso va formando me parece alucinante. Digno de estudio no, hay cosas más importantes afuera que merecen tiempo para la ciencia, pero sí que me parecen destacables, por eso las consumo, las atrapo y las replico.

Particularmente, con la llegada de las fiestas de fin de año, muchas personas entran en el trance reflexivo y melancólico. Es entendible y ha existido desde hace años, antes expresado en los mensajes de texto que se mandaban antes de la saturación de las líneas o de las cadenas de mails en el último día laboral antes de noche buena. En cuestión, esa visión de lo transitado ocurre y se traslada a Twitter. Se selecciona lo mejor, se destaca, cual premio Martín Fierro, en cada rubro de lo pasado durante el año que se va y quedará en la memoria.

Estoy seguro que esta lógica puede resultar atractiva en un mundo sensacionalista y de necesidad de potenciar hacia el afuera las expresiones personales, pero no podría resultarme menos atractivo y tan ajeno a la realidad que dentro de Twitter. Todo esto me quedó en la cabeza al ver una lista de “los mejores tweets” realizada probablemente con la mejor de las intenciones por un usuario que hace año tras año este tipo de recopilaciones, las que se ven luego trasladadas a los portales de noticias de todo el país, ausentes de noticias relevantes al pararse gran parte de la rosca política por las fiestas y los viajes a Estados Unidos, el Caribe y el Pacífico de los protagonistas.

Nada me parece más ajeno a Twitter que el destacar una publicación por fuera de su temporalidad e intención. Esta red social se alimenta y se potencia de eso, de una expresión específica dada por un contexto, un hecho, un acto o un evento de la agenda que es fuertemente filtrado y destilado para ser puesto en una plataforma de la forma más original posible.

Se destacan las “jornadas” tuiteras cuando hay eventos de relevancia para el mundo, eso aumenta y potencia la comunidad. Desde una asunción presidencial hasta la presentación de Gran Hermano, Twitter es reducto de las más sagaces e irrelevantes expresiones populares.

Porque al fin y al cabo es internet, no es importante. Las redes sociales no son importantes. No omito ni paso por alto el acoso en línea o el ciberbullying, expresiones de estos tiempos nerviosos que trasladan problemas del ámbito de la “realidad” de codo a codo a un espectro mucho más impersonal que puede constituirse como más dañino en estos casos, sino simplemente desacredito esas publicaciones de personas comunes y corrientes que en una plataforma intentan expresarse de las formas más graciosas posibles.

Lo mejor de Twitter va a venir mañana, no estuvo ayer. Y en eso sí se parece muchísimo a la vida.

Santiago Rios

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