No me rompiste, pero me dejaste llena de dudas

¿Si yo no era lo que querías, por qué no me dejaste en paz? ¿Por qué viniste a tocar mi puerta si nunca pensabas quedarte?

Me hiciste creer que, por una vez, alguien me veía de verdad. Que esta vez era mi turno de ser elegida, de ser amada, de ser suficiente. Pero no. Fue egoísmo disfrazado de interés.

Preguntabas por mí, te metías en mi vida como si aún tuvieras algún derecho sobre ella. Y aunque yo ya no quiero volver, aunque tengo claro que no te elijo más, vos seguís ahí, atrás, acechándome, como si mi paz no te importara, como si solo existiera para tu conveniencia.

No quiero que vuelvas. No me interesa. Pero ahí estás, merodeando, invadiéndome. Como si no hubieras hecho ya suficiente daño.

Y ahora vivo con miedo. Miedo de que nadie quiera estar conmigo.

Miedo de que inventes cosas sobre mí, que distorsiones mi historia.

Miedo de que todos hagan lo mismo que hiciste vos.